sábado, 21 de marzo de 2015

La Ola- Teatro Valle-Inclán

“La Ola”
Dirección- Marc Montserrat Drukker
Texto- Ignacio García May
Teatro Valle-Inclán
Hasta el 22 marzo 2015

“La Ola” recrea un experimento sociológico real, llevado a cabo por el profesor Ron Jones a sus alumnos de un instituto de California en 1967. La historia empieza a desarrollarse a partir de una pregunta que plantea uno de los alumnos al profesor: por qué los ciudadanos de la Alemania nazi no reaccionaron contra un régimen tan atroz, y por qué mostraron por el contrario, conformismo ante la crueldad. El profesor tratará que los alumnos se respondan por sí mismos tras hacerlos partícipes de un curioso experimento.

La obra consigue completamente trasladar al espectador a la atmósfera deseada, ya que desde la escenografía se trabaja acercando las butacas al desarrollo de la acción, y se logra meter al público en la historia; pero respetando sin embargo esa pequeña distancia que supone la diferencia de culturas y del contexto histórico. Se cuidan mucho los detalles tanto de iluminación como, sobre todo de sonido, con unos efectos que hacen que se perciba todo de una manera más realista. Así mismo, el decorado y los atrezzos son muy fieles a la historia, creando esta misma sensación de realismo (como el cómic originario de 1967 que aparece en escena).


Los 8 personajes están muy bien creados, con distintas personalidades bien definidas que engloban los diferentes prototipos de estudiantes de esa época en EE.UU., llegando a cogerles cariño a cada uno de ellos. Todos transmiten una energía muy vivaz desde el inicio, haciendo que el público no se pierda ninguna intervención de ellos y se entretenga en todo momento. Aunque el mantenimiento de esta energía lleva a la sobreactuación de los actores en varias ocasiones. Cabe destacar la interpretación del profesor, auténtica.
No se trata de una adaptación del film alemán, sino de un proceso de creación de principio a fin que lleva a cabo el director Marc Motserrat, con una investigación de varios años de duración (que sigue en activo, provocando cambios incluso en las últimas representaciones para que se ajuste lo máximo a la realidad) y con encuentros con los propios participantes en el experimento. Es por ello que, al partir de los testimonios verdaderos, se muestre la historia tal y como es (dentro de las limitaciones del teatro), prescindiendo de elementos ficticios que se han utilizado en otras adaptaciones para hacer de la historia algo más comercial.

Para acabar, me gustaría justificar el silencio del público al finalizar la obra. Esta obra tiene tanto contenido, que al apagarse las luces el espectador se queda sobrecogido y perplejo al comprender el mensaje, y por ello que al menos yo tardase en reaccionar con aplausos, cosa de la que más tarde me arrepentí porque realmente considero esta obra como Buen Teatro: aquel que no solo se preocupa en entretener al público, sino que también reflexione. Y en “ La Ola” esto se nota. Marc Montserrat así lo muestra explicando la “necesidad vital” y “la obligación ética” que tiene de contar esta historia mediante el teatro, probablemente para evitar los errores del pasado y que un holocausto como el que fue aquel, no vuelva a suceder.


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