miércoles, 15 de abril de 2015

El público, un espejo del público

El público”- Teatro Real
Composición: Mauricio Sotelo
Libreto: Andrés Ibañez
Dirección musical: Pablo Heras-Casado
Dirección de escena: Robert Castro
24,26 Febrero; 1,4,6,9,11,13 Marzo

Lo que el Teatro Real nos tenía preparado para los forofos del teatro, era un acontecimiento extraordinario que iba a tener su encuentro con el público en tan solo 8 únicas representaciones, lo que hacía de la obra algo más interesante. Una fusión del teatro, verso, flamenco y el toque estrella: ópera.

Esta ópera está basada en un borrador que Lorca escribió de su obra en 1930, que es la única versión publicada, y no en la acabada, ya que Lorca la guardaba para un futuro.
Además, el que se tratase de un estreno mundial, incentivaba el interés del público hacia el evento.
El propio autor la calificó como algo irrepresentable por sentar precedente dentro del teatro de la época, “realista” hasta entonces, y criticado por Lorca al considerarlo precisamente todo lo contrario: un teatro falso que en realidad no mostraba la verdad del escenario, sino que contentaba a las gentes que no quieren que el teatro les haga pensar sobre ningún tema moral.
Todo esto, sumado al toque de misterio que predomina en esta historia, ya creaba por adelantado unas expectativas enormes hacia esta obra.
Así, Lorca se centra en esta obra en el papel del público, lo que le da el nombre a la misma, y pretende crear experiencias dándole importancia a lo que le sucede al público mientras la visualiza.

En El público, se muestra el enfrentamiento con la propia existencia y la búsqueda de la verdad de un modo muy trágico. El tema que se trata es la contraposición existente entre el teatro bajo la arena y el teatro al aire libre, entendiendo al primero como el verdadero drama y al segundo como el teatro convencional. Esto se representa mediante el conflicto interno que el personaje del Director (Enrique) tiene, al dudar entre qué tipo de teatro debe crear. Finalmente el Director encuentra su camino artístico. Otro tema fundamental es el amor. Podemos comprender que Lorca trate de romper sus estereotipos debido a su homosexualidad (que se plasmará en escena con su aceptación por parte de Enrique), lo que le llevará a rechazar el teatro clásico de Shakespeare y a plantear el amor entre personas del mismo sexo. Esto producirá una revolución al alejarse de lo aceptado por las normas sociales.

En general esta es una obra un poco compleja porque al tratarse de surrealismo, todo el desarrollo de la acción no aparece de principio a fin de un modo explícito, sino que mediante imágenes invita al espectador a viajar en el mundo de los sueños. Esto hace que el espectador esté más activo en la obra, porque la acción no está presentada de una manera clara, sino que ha de descodificarla por sí solo en varias ocasiones. De ahí que se necesite leer la obra de antemano para poder comprenderla, lo que podría considerarse como un inconveniente para llegar al espectador. Esto lo limita a un público concreto con determinados gustos, ya que a muchos les podría resultar extremadamente aburrida.

 Participan en ella toda una serie de expertos en los diferentes campos y de distintas nacionalidades. Un ejemplo de ello es el americano Robert Castro, director de escena, que ha conseguido hacer la obra mucho más inteligible, siendo ésta totalmente diferente a sus trabajos anteriores mucho más clásicos (como Le nozze di Figaro o Boheme). La música, obra del gran compositor Mauricio Sotelo, en cuya trayectoria musical ya podemos ver una atracción por el flamenco, y su entusiasmo con la poesía lorquiana, me ha parecido muy acorde a la escena. Con cierta sencillez para que se aprecie el texto y todo su contenido simbólico, aunque quizá por ello no me haya puesta los pelos de punta... Sin embargo en dos ocasiones en concreto, las guitarras han tocado una seguiriya y una soleá que han ido acompañadas de tanto sentimiento por parte de los bailaores y cantaores (entre los que destacan Arcángel y Jesús Méndez), que me han dado ganas de saltar a jalear.

La escenografía, a cargo de Alexander Polzin me ha fascinado: desde el decorado en el primer cuadro, con los paneles traslúcidos que permitían ver a través de ellos la verdad interior, hasta los efectos de las luces y los espejos, siempre mostrando algo oculto tras ellos. Durante toda la obra no ha habido bastidores, destapando las entrañas del teatro, una intención muy presente en la historia.

Los extravagantes trajes, que de por sí se les da mucha importancia en la obra al representar las máscaras sociales, también me han parecido alucinantes.
Finalmente, solo añadir algo que me sorprendió:
La existencia de todos estos elementos simbólicos e ilusorios, puede que confunda a algunos espectadores y no acaben por comprender su contenido. De ahí que muchos de ellos se marchasen a mitad espectáculo.
Lorca dijo que en su obra
desfilan en escena los dramas propios que cada uno de los espectadores está pensando, mientras está mirando muchas veces sin fijarse, la representación. Y como el drama de cada uno es muy punzante y generalmente nada honroso, pues los espectadores enseguida se levantarían indignados e impedirían que continuase la representación.

Lo que me lleva a pensar que Lorca ya intuía el efecto que El público iba a causar en su público .

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